domingo, abril 16, 2017

Glorias de Zafra (XV)


Mis amigos poetas se reían. Si no hubiese sido por las circunstancias, se habrían reído más. Mi madre muerta y tanto poeta vivo risueño. «—Ni en el entierro de su madre descansa el crítico», vino a decir uno. Era verdad. El cuerpo de mi madre estaba allí, en su arca de madera color roble, rodeado de todos los suyos, de mucha gente, mientras el párroco de la Iglesia de San Miguel de Zafra, José Ángel Losada Gahete (Granja de Torrehermosa, 1959), dejaba el hisopo tras bendecir el féretro a las cinco y veinte de la tarde y con la misma mano me daba, como el que pasa una mercancía ilegal en un lugar concurrido, un sobre que contenía tres libros de poemas por él escritos. Habíamos quedado en ello antes —premeditación—; pero no me esperaba que fuese a dármelos con la casulla puesta —alevosía— y delante de una madre que se habría sentido orgullosa más por descubrir en su sacerdote a un poeta que por tener a otro hijo lector. En serio, yo, como lector de mucho de lo que por aquí se escribe, y con veleidades de bibliógrafo de escritores extremeños, también me siento orgulloso de conocer nombres como el de José Ángel Losada, autor de —que yo sepa— tres entregas poéticas: Avisos a náufragos (Villanueva de la Serena, Asociación Cultural Porticvs, 2008), Cuadernillo de plegarias (s.i., s.l., s.a [¿2009?]) y Poemas de los Cudriales (Madrid, Ediciones Vitruvio, 2011). Como suele ocurrir con aquellos aficionados a la escritura que no ejercen en el mundo literario, el trato editorial que reciben es deplorable; por la poca difusión que se da a sus textos o por la incuria con la que se despachan obras como ese Cuadernillo de plegarias, que, aparte de las numerosas erratas, no tiene ni seña de editorial ni de año. Consuela, en ese caso, que no es de lo mejor que ha escrito. Sí, sin embargo, hay hallazgos que merecen eco, como la sencillez de algunos poemas de Avisos a náufragos —«Estoy muy roto / por dentro,/ pero me he encontrado / este trocito blanco / y me he puesto a escribir.»; o la entereza de un libro de treinta y ocho textos —Poemas de los Cudriales— que fue reconocido con el IX Premio Nacional de Poesía «Ciega de Manzanares», y en el que el lector aprecia un convincente humanismo, un estar aquí sensible y esa manera de comprender la vida como «buscar la transparencia de la luz / entre las piedras.», quizá las de esas tierras de Burguillos del Cerro que localizan un conjunto de poemas que tiende a la concisión y al tono elegíaco. En Zafra, aquella tarde nubosa del primero de diciembre de 2016, José Ángel Losada ofició conmigo otra ceremonia llena de símbolos con mis amigos poetas, que seguirán encomiándome cuando bromeen con una situación como aquella en tan señalada fecha. 

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