jueves, noviembre 28, 2013

Molina Foix y su tocayo García de la Huerta


Día triste hoy, que ya se acaba. Por la mañana, un funeral; el de Diego Ariza. Por la tarde, otro motivo de duelo: la aprobación en el Congreso de la LOMCE (Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa), una ley ideológica y sectaria. Lo peor. Impensable. Menos mal que por la noche he ido a escuchar leer sus poemas a Vicente Molina Foix en el Aula «José María Valverde». Grato encuentro. Sobre La musa furtiva, la reunión de su poesía desde sus comienzos (1967) hasta 2012, me ha dicho que va encabezada con una cita de la Raquel del neoclásico a quien dediqué mi tesis, y que —además— es de mi pueblo: Vicente García de la Huerta. De allí, de Zafra, ha llegado a Cáceres hoy Molina Foix. «El rayo del furor la torpe hiedra / abrasará sin que padezca el tronco / que ella aprisiona con lascivas vueltas». Se lo dice Alvar Fáñez al final de la tragedia a la judía, para anunciarle que al rey no le afectará haber estado subyugado por su amor una vez que ella desaparezca. Y dice a su vez el autor de La quincena soviética que era un lema que aparecía en el mecanoscrito de 1969 de su primer libro, Los espías del realista, del que salieron los primeros textos que recogió Castellet en los Nueve novísimos poetas españoles; pero que ahora —más de cuarenta años después— no le dice mucho de su porqué. Aunque, finalmente, le «agrada encontrar tan pronto una muestra de mi reincidente fijación extremeña» (pág. 28). Hay en aquellos comienzos poéticos unos decorados y algún texto representable que casan bien con la cita de Huerta. Agradable lectura.

Vicente Molina Foix en el Aula José María Valverde


El aula literaria «José María Valverde» inicia esta tarde este curso con la intervención del escritor Vicente Molina Foix (Elche, 1946). Viene desde Badajoz, en donde el martes participó en el Aula «Enrique Díez-Canedo», y de Zafra, en donde ayer lo hizo en el Seminario Humanístico. La Fundación José Manuel Lara, en su colección «Vandalia», ha publicado este año La musa furtiva. Poesía 1967-2012, que reúne la totalidad de su obra poética hasta el momento. Leerá sus textos y tendrá un encuentro con el público en el salón de actos del Colegio Mayor «Francisco de Sande», a las 20:15 horas. Esta tarde.

miércoles, noviembre 27, 2013

Diego Ariza


© Foto de Jorge Rey (detalle)
Insomne, sorda, como un vicio absurdo, nombró a la muerte Cesare Pavese. Hoy ha sido más metiche, molesta e inhóspita que de costumbre. Afanados estábamos con los preparativos del recuerdo de Manolo Ariza, cuando nos ha llegado la noticia esta mañana de que su hermano Diego, Diego Ariza Viguera, arquitecto, conocido también en Cáceres como uno de los componentes —guitarrista y letrista— del mítico grupo Coup de soup, ha muerto. Se suspende el acto anunciado para este jueves dedicado a Manolo. El funeral de Diego se celebrará en el Tanatorio San Pedro de Alcántara de Cáceres, a las 11:00 de la mañana.

martes, noviembre 26, 2013

Con Manolo Ariza


© Fotografía de Claudio del Campo
Esta fotografía presidió, con travieso descaro, el paraninfo de la Universidad de Sevilla en el acto de homenaje a Manolo Ariza del viernes 25 de octubre pasado, en el que compañeros, amigos, alumnos y su querida Ninfa dijeron palabras muy justas y muy emotivas en su recuerdo. En Sevilla dio clases Manolo Ariza desde 1989; en su Universidad, en la que formó a un buen número de promociones de estudiantes de Historia de la Lengua hasta su muerte el pasado 15 de octubre. Pero Extremadura también fue su Universidad, desde 1975 hasta su marcha; y Cáceres fue su ciudad, bien vivida y bien conocida, en la que dejó muchos amigos a los que siguió viendo y tratando mucho después. Éstos, muchos antiguos alumnos, sus compañeros en la Facultad de Letras, su familia de aquí, muchos conocidos, nos reuniremos este jueves, 28 de noviembre, a las 20:00 horas, en el salón de actos del Instituto de Lenguas Modernas de la UEX, para recordarle. Lo merece quien fue un brillante estudioso de la lengua española en su historia, un apasionado de la docencia, un buen profesor pendiente siempre de sus alumnos y comprometido con su entorno, que nunca dudó en implicarse en el debate y en la discusión civilizada —con convencida pertinacia— para mejorar las cosas. Este jueves, con Manolo.

lunes, noviembre 25, 2013

5 años. Á.C.P.

Recuerdo de Ángel Campos Pámpano en el quinto aniversario de su muerte. Apud Elías Moro.

jueves, noviembre 21, 2013

Ángel Campos Pámpano


El próximo lunes 25 se cumple el quinto aniversario de la muerte de Ángel Campos Pámpano (1957-2008). No importa el tiempo cuando se vive con intensidad tanta su recuerdo. Con ese motivo, la Asociación Cultural Vicente Rollano de San Vicente de Alcántara (Badajoz), donde nació Ángel, organiza un año más un acto de homenaje al poeta y traductor, que va a celebrarse en la Ermita de Santa Ana mañana viernes 22 a las ocho de la tarde. Será un acto especial, porque va a convocar en San Vicente a un grupo de amigos entre los que estarán Álvaro Valverde, Elías Moro, Emilio Torné, Javier Fernández de Molina, Antonio Gómez, Joaquín Beltrán, Luis Arroyo, José Juan Cuño y otros; también a su familia y a los paisanos que quieran volver a acercarse a ese espacio singular. En torno a tres significativas muestras de recuerdo: la publicación de la caja de artista El río Guadiana elaborada por el pintor Javier Fernández de Molina con textos de Carlos Lencero y Ángel Campos Pámpano; la edición especial al cuidado de Emilio Torné de unos poemas inéditos de Ángel; y la presentación del número 7 (mayo-octubre de 2013) de la revista poética El Alambique, dedicado a nuestro amigo, y en la que nos acompañarán su director, Agustín Porras, y uno de los componentes de su consejo de redacción, José Cereijo. El viernes, en San Vicente de Alcántara, cercanos a lo que importa.

miércoles, noviembre 20, 2013

Cerca del origen

Tengo delante un ejemplar del que creo que fue el primer y único número —nº 0, de mayo de 2004— de la revista Luar, que dirigió en la Facultad de Letras de Cáceres un Fernando de los Heras de veintipocos años de estudiante de Filología, y en el que no solo releo el breve y sugerente ensayo «De brújulas y mapas» de un compañero como Enrique Santos Unamuno; sino otros textos de antiguos alumnos como Antonio Sánchez Romano o Rui Díaz Correia, con quienes continúo manteniendo contactos —académicos, y también literarios, pues a Rui sigo leyéndole. Es gratificante comprobar al cabo del tiempo que aquellas muestras tímidas de interés en clase y fuera de clase por la literatura prendieron y germinaron; hasta convertirse ahora en textos impresos, en lecturas no regladas o en declaraciones en favor del arte. Estimo mucho, por esto, la publicación de este libro de Fernando de las Heras, Cerca del origen (Mérida, Editora Regional de Extremadura, 2013) que vamos a presentar mañana, jueves 21, en la librería «Libros y café» de Cáceres (Avda. Virgen de la Montaña, 1), a las siete de la tarde.

martes, noviembre 19, 2013

Elena Poniatowska, Premio Cervantes 2013


A veces recibe uno las felices noticias de los premios otorgados a algunos escritores como si se tratase de un familiar cercano. Conocer al escritor que admiras por su escritura casi nunca te hace mejor lector; pero en la mayoría de ocasiones —por suerte— hace que te sientas un afortunado. Celebro muchísimo el Premio Cervantes para Elena Poniatowska. Me trae muy buenos recuerdos de sus «abrazos mexicanos» aquí en Cáceres, hace la friolera de veintitrés años. Justos. La vi por primera vez el 19 de noviembre de 1990, cuando llegó invitada por mi compañero y amigo Ignacio Úzquiza, que organizó un simposio sobre «Lo real maravilloso en Iberoamérica. Relaciones entre Literatura y Sociedad», por el que pasaron escritores como Isaac Felipe Azofeifa, Néstor Taboada Terán, Arturo Azuela o Daniel Moyano; y en el que Elena Poniatowska habló de Jesusa Palancares, la heroína de su maravillosa novela Hasta no verte Jesús mío (1969), que su editorial —Ediciones Era— ha reimpreso en casi medio centenar de ocasiones, si no estoy equivocado. Desde aquel tiempo, Elena Poniatowska ha venido con frecuencia a España, por otros reconocimientos como el Premio Alfaguara de novela en 2001 por La piel del cielo o el más reciente Premio Biblioteca Breve de 2011 por Leonora (Seix Barral). Enhorabuena. 

Glorias de Zafra (I)


Si la vida me da salud llevadera me gustaría escribir aquí una serie de textos breves con este título de Glorias de Zafra, a modo de crónicas íntimas de mis estancias en donde nací. A los más cercanos no tengo que decir que se trata del título de la obra que durante mucho tiempo fue el principal estudio histórico —con todos sus defectos— sobre Zafra. Mi hermano —que lleva años enmendando felizmente esa falta— escribió un justo artículo sobre este libro de Manuel Vivas Tabero, Glorias de Zafra o recuerdos de mi patria, Madrid, Sucesores de Rivadeneira, 1901: José María Lama, «El cura Vivas y la Zafra de entresiglos (I centenario de Glorias de Zafra)», en Cuadernos de Çafra, I (2003), págs. 65-91. Allí cuenta algo que viví en primera fila: cómo compró la obra por quinientas pesetas a un familiar de Vivas Tabero que conservaba ejemplares en rama; y cómo lo encuadernó en Castro, la imprenta y librería que estaba frente a la iglesia de Santa Marina y en la que compré algunos libros que aún conservo en mi biblioteca, lógicamente. Serán, las que sean, glorias bien distintas; modestas, si cabe la contradictio in terminis. Tan íntimas y carentes de notoriedad pública como mis estancias en una Zafra que casi no piso cuando estoy. A la que sí, sin embargo, contemplo, desde un balcón que es también una especie de matacán de mi memoria. La memoria que me muestra en la acera de enfrente a la de la casa de mi madre, al volver del colegio con un vecino, una imagen nítida: él me tira a las piernas su cartera de cuero, caigo de bruces; y yo me aguanto el llanto hasta llegar a casa y veo a mi madre que abre la puerta. Me abrazo a ella y rompo a llorar pegado a su delantal. En esa casa la memoria se activa. Es curioso; allí terminé de leer un libro que también habla de la memoria: El mundo, de Juan José Millás. Allí (aquí), en este espacio, en esa casa, he terminado de leer muchos libros. Últimamente, lo tengo asociado a lecturas. Y a la memoria. Y al amor de madre.

lunes, noviembre 18, 2013

El lago en las pupilas


Tenía arrumbadas unas notas de reseña de la última novela de Luis Goytisolo, El lago en las pupilas (Madrid, Ediciones Siruela, 2012), que no llegué a publicar aquí; y la noticia del jueves del Premio de las Letras Españolas al escritor y académico me ha motivado para rescatar ese texto que ahora escribo casi de nueva planta. Siempre he sentido interés por la escritura de Luis Goytisolo, un interés guadianesco por culpa de algunas ocurrencias del autor que hacían pensar en que debía estar cercana una nueva gran novela después de la monumental Antagonía, reeditada en tomo solo por Anagrama en 2011. En realidad, ni mi texto era una reseña ni la novela me entusiasmó; pero me encuentro siempre a gusto con la lectura del autor de Estatua con palomas, un libro, por cierto, querido. El caso es que compré El lago en las pupilas en septiembre del año pasado y cuando comencé a leer la novela ya tenía en mi cartera el billete de avión a Ginebra para luego tomar un tren hasta Berna. «—Vive Vd. en Zúrich, ¿no?», le dice Gloria a un huésped de un hostal que le responde: «—En Berna. Pero vuelvo vía Ginebra.» Eso está en la página 18. Cerré el libro y me dije: «—El resto tengo que leerlo allí, en Suiza». Y eso hice con esta novela corta —ciento cincuenta páginas— organizada en los cuatro puntos de vista de cuatro personajes: Gloria, Richard, El Moro y Marcel, que se reparten un relato fragmentario con un punto de interés que no acaba de convencer. Ahí quedó todo, después de la lectura de la novela. En enero, sin embargo, volví a acordarme de ella cuando escuché en RNE el programa Nómadas, cuya ciudad protagonista fue Berna. Yo tenía la novela, había estado en la ciudad y entonces escuchaba el programa. No era igual que cuando comencé a leer el texto de Luis Goytisolo por primera vez. No. Pero siempre gusta que te cuenten cosas bien dichas sobre lugares en los que has estado. El día que llegué a Berna llovía un poco, y es verdad que se puede pasear por la ciudad a pesar de la lluvia, como en Bolonia. Mi primera experiencia allí fue acústica. Bandas de vientos y tambores, en fanfarria alegre, llenaban el aire húmedo y gris de la ciudad en domingo. Quedé gratamente impresionado. En fin, que lo que yo creo que quise decir desde un primer momento es que esta novela de L. G. trata, principalmente, del tiempo.

sábado, noviembre 16, 2013

La sed de sal (I)


Acabo de hacerme con mi ejemplar de la novela de Gonzalo Hidalgo Bayal, La sed de sal (Barcelona, Tusquets Editores. Col. Andanzas 818, 2013). Qué ganas de leerla. Más aún cuando el otro día Luis Landero me hablaba de ella —llevaba ya más de la mitad— muy positivamente y me anunciaba que será él quien la presentará en Madrid, en «La Central de Callao»; el martes 26 de noviembre. No es ninguna sorpresa conocer que es otro título excelente de nuestro autor. Como no lo es el comentario de José María Pérez Álvarez en mi entrada anterior, y que reproduzco aquí: «Acabo de terminar su lectura: me parece una novela asombrosa. Y cervantina (si puede decirse eso de una novela sin incurrir en tesis profesorales). Extraordinario Hidalgo Bayal. De la primera a la última página. Esos son los islotes a los que uno se aferra con certeza y seguridad en medio de tanta, tanta basura impresa.»

jueves, noviembre 14, 2013

Suroeste en Lisboa

Mañana viernes se presenta en Lisboa, en la Librería Assírio & Alvim-Chiado, a las 18:30 (hora portuguesa), el número 3 de Suroeste. Revista de literaturas ibéricas, única que publica textos en las diversas lenguas peninsulares, editada por la Editora Regional de Extremadura y la Fundación Ortega Muñoz y dirigida por el profesor y traductor Antonio Sáez Delgado. Aquí pueden verse sus contenidos.

lunes, noviembre 11, 2013

jueves, noviembre 07, 2013

A vueltas con Blas de Otero


Y felizmente. Es curioso que en tan poco tiempo, en dos clases casi consecutivas, nos hayan surgido sendos pormenores textuales sobre Blas de Otero —y conste que no está incluido en el programa— a propósito de las formas del lenguaje poético y de las del lenguaje musical. Remito a mi entrada de este miércoles. El caso es que al comparar el texto del poema «En el principio», de Pido la paz y la palabra (1955), con la canción popularizada por Paco Ibáñez, y conocida como «Me queda la palabra», hemos comprobado que lo que el cantautor dice —siempre, en todas las grabaciones que he podido escuchar, y son bastantes— en la tercera estrofa («Si abrí los ojos para ver el rostro / puro y terrible de mi patria») no se corresponde con el texto del poema: «Si abrí los labios para ver el rostro / puro y terrible de mi patria». Esto no ocurre con otras versiones del poema musicadas por otros, como el grupo «Aguaviva» o el cantor jienense Paco Damas, que no alteran el texto original, como puede comprobarse en este blog. En todas las ediciones consultadas, y hay que incluir, por supuesto, la definitiva de la Obra completa de Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores que ilustra esta entrada, se lee  «Si abrí los labios para ver el rostro / puro y terrible de mi patria, / si abrí los labios hasta desgarrármelos, / me queda la palabra.» Sin embargo, Paco Ibáñez siempre normalizó —anuló— la intención sinestésica del poema que abría los labios para ver. Vivía Blas de Otero cuando Paco Ibáñez cantó por primera vez estos versos, y toleró, naturalmente, su lectura, que es —«Si abrí los ojos para ver el rostro / puro y terrible de mi patria»— la que está difundida como letra de la canción. La letra de la canción; pero no el texto del poema.

El diseño de la cultura

Más información aquí.

miércoles, noviembre 06, 2013

España, camisa blanca de mi esperanza


Ayer hablé un poco en clase de la peripecia de esta canción de Víctor Manuel. En algún momento creí que «España, camisa blanca de mi esperanza» era un poema de Blas de Otero. Que le había puesto la música Víctor Manuel y lo había cantado Ana Belén. ¿De Blas de Otero o de Rafael Alberti? A juzgar por las veces que aparece citado, la atribución más difundida es la de ese inmenso poeta al que han hecho la justicia de la publicación de su Obra completa en edición de su viuda, Sabina de la Cruz, y de Mario Hernández, publicada por Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, y cuidada por el llorado Nicanor Vélez, y por Jordi Doce, con la colaboración de Juan Pablo Roa Delgado. Sin embargo, si uno busca el poema en esa espléndida edición, no lo encuentra. ¿Será, entonces, de Rafael Alberti, como algunos han dicho? Pues no; ni de uno ni de otro. «España, camisa blanca de mi esperanza» es de Víctor Manuel San José Sánchez, el compositor, cantautor y productor asturiano, como ya avisó uno de los comentaristas en el sitio anterior en un apunte de marzo de 2008. Eso sí, hay otros que son pertinaces. «Este poema es de Blas de Otero, no de Víctor Manuel, que sólo le puso la preciosa música y Ana Belén su grandiosa voz». Y así aparece también, atribuido a Otero, en la página Isla Negra. Y aquí, adjudicado a Rafael Alberti. Ante la duda, dejé un mensaje en la página de Víctor Manuel y pocos minutos después tenía la siguiente respuesta: «[…] efectivamente la canción es mía. Solo tomé de un poema de Blas 'camisa blanca de mi esperanza'. El equívoco ha sido tal que un día me llamó Sabina de la Cruz, su viuda, cuando estaban preparando esta edición de las obras completas, para preguntarme dónde había encontrado ese poema de Blas... Supongo que todo viene de la primera vez que Ana la cantó en TVE, año 82 debía ser, en un programa de Fernando García Tola. Debajo del título ponía Blas de Otero. Yo lo único que había hecho, en la primera edición de la canción era escribir «A Blas de Otero» como una dedicatoria. Por una parte me halaga que se la atribuyan a él, es el poeta que mas he leído. Es grande […]» Que conste.

martes, noviembre 05, 2013

Vamos


Mi madre, sobre Rafa Nadal antes de sacar: —«¿Por qué se persigna tanto este chico?»

viernes, noviembre 01, 2013

La Biblioteca de Occidente


Hace ya más de un año que recibí un comunicado de mi casi paisano extremeño Miguel Ángel Garrido Gallardo, profesor de investigación del Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC, en el que anunciaba el proyecto La Biblioteca de Occidente en contexto hispánico, una especie de canon motivado por la necesidad —el libro tradicional y los nuevos tiempos— de seleccionar cien obras literarias que no pueden faltar en nuestra biblioteca. Para generar el debate, se organizó un congreso internacional patrocinado por la Universidad Internacional de La Rioja entre Madrid y Logroño en junio de este año. Y ahora, de resultas de todo aquello, Nueva Revista publica en su número 144, un monográfico sobre el asunto, con una conversación entre Miguel Ángel Gozalo y Miguel Á. Garrido Gallardo, con artículos de José Manuel Sánchez Ron y José-Carlos Mainer, y la relación con breve reseña de los cien títulos seleccionados, que coinciden con la primera lista que ya anunció el promotor del proyecto. Están la Biblia y el Quijote, casi como estandartes; pero «Todo lo demás es discutible», como dice Garrido Gallardo. Homero, Horacio, Ovidio, Erasmo, Garcilaso, Shakespeare, Dostoievski, Bécquer, Borges... La Divina Comedia, La Celestina, Lazarillo de Tormes, Robinson Crusoe, Tristram Shandy, La Regenta, Pedro Páramo... Por algo hay que empezar. Y esto es lo principal. Porque lo de poner reparos a la lista y a sus criterios está servido; pero la lista está. Por ejemplo, la fecha elegida como tope —1962—, los cincuenta años de perspectiva histórica, dejan fuera Cien años de soledad, de García Márquez, que está representado en la relación con El coronel no tiene quien le escriba. ¿Forzado? Es posible. A pesar de que algunos, como Adolfo Torrecilla, encargado de su comentario, valoremos —él prefiere— la sobriedad estilística de esta maravillosa novela de dictador. Está Flaubert; pero no Madame Bovary. Está Marcel Proust; pero con Jean Santeuil. Y a Galdós lo han querido con Trafalgar, sin mojarse con ninguna de sus impresionantes novelas. Yo ya me he apuntado que tengo que leer a Ralph Ellison. Por cierto, parece que Pessoa tenía que estar y está muy mal tratado, con ningún esmero; pues mientras a los autores que conforman la lista se les adjudica una obra —por ejemplo, a Tolstoi Guerra y paz, o a Kafka El castillo— al portugués, y también al alemán judío Paul Celan, se les despacha como autores de «Poemas», como si no hubiesen escrito sus libritos. Está Vicente Aleixandre y no está Luis Cernuda. Y además Don de la ebriedad de Claudio Rodríguez es anterior a 1962. «Todo lo demás es discutible», claro. Por eso es sólo un principio de algo, de algo importante. Lo que me incomoda no es el debate sobre el canon, que sería interminable; sino el asunto de fondo, que me parece un tanto apocalíptico. Rescatemos cien títulos antes de que desaparezca todo (=libro en papel), porque estamos viviendo un momento finalista. No sé.