sábado, enero 21, 2012

Hijos Predilectos

© Fotografía de Lorenzo Cordero / HOY 
Salvo en casos de muerte venida improvisamente, la concesión de un título honorífico póstumo no deja de ser una falta achacable a la institución que lo concede, por insensible y tardona; sobre todo, cuando la persona con méritos muere a los ochenta años o más. Para listos, los del antiguamente llamado Ferrol del Caudillo, que nombraron a Fraga Hijo Adoptivo en 1965. Se me ha venido a la cabeza esto al leer ayer la noticia de la merecida concesión póstuma del título de Hijo Predilecto de Cáceres al periodista sin título —y tan periodista— Fernando García Morales, fallecido en mayo del año pasado. Por fin. Porque cuando murió se dio la de que la comisión de Cultura del Ayuntamiento había aprobado su nombramiento como Hijo Predilecto, y el otro día, el 9 de este mes, se publicó que Fernando García Morales iba a ser Hijo Predilecto. Definitivamente, hoy El Ayuntamiento nombra Hijo Predilecto a título póstumo a García Morales. Que yo recuerde, póstumo fue también el título concedido a Valeriano Hornero, profesor, director del instituto en el que han estudiado y estudian mis hijos, y concejal; porque yo creo que el Maestro Solano y La Navera lo recibieron en vida. También en vida lo obtuvieron Franco, Blas Piñar, el padre de Federico Trillo y el Capitán Luna, y he consultado una interesante información periodística elaborada por Toñi Escobero hace unos años. Menos mal que, como en tantas otras cosas en este país de todos los demonios, del endecasílabo de Gil de Biedma, todo va cambiando para bien y el listado de nombres ya no tiene ni mitra, ni sable ni corona. De tal manera que hay personas excepcionalmente normales. Para las excepcionalmente excepcionales están las medallas, que supongo que el Reglamento de Honores y Distinciones de todo ayuntamiento que se precie contempla. Si me preguntasen, daría nombres con méritos cabales; casi todos, eso sí, del campo cultural, el de menos réditos visibles. No muchos. Escogidos. Imagino a una discreta y rigurosa historiadora de lo local, heredera del amor por Cáceres visto en casa... En fin, gente normal, y de excepción.

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