lunes, noviembre 14, 2011

Los poemas de Alberto Caeiro

O Mestre Alberto Caeiro (1889-1915) es en Pessoa lo más espontáneo y vivencial si de experiencia de la naturaleza se habla. El guardador de rebaños. ("Eu nunca guardei rebanhos"). La contradicción. Como dice Miguel Casado, que es quien me trae este volumen, en Caeiro está "la simple, sencilla, natural, evidente existencia de las cosas" —de la naturaleza, añade. Abada Editores publica el segundo volumen de la poesía de Fernando Pessoa en edición bilingüe —de Juan Barja y Juana Inarejos— y segunda entrega, tras un primer volumen con  El guardador de rebaños y El pastor enamorado (¿o amoroso?), que incluye ahora los Poemas inconjuntos y los fragmentos y prosas y otros textos del Apéndice. El epílogo es obra de Miguel Casado, que lo titula "Alberto Caeiro, o el deseo de realidad". Lo de Abada es el proyecto vivo más firme de difusión de la poesía de Pessoa en España. Salvo la manera de cortar los versos con los corchetes y ciertos modos de traducción con sobrepeso retórico (yo siempre estaré influido por la manera natural de Ángel Campos Pámpano), no soy quién para poner reparos a esta encomiable empresa de dar a Pessoa aquí. ¡Ay, ojalá fuese más leído! Por mis alumnos, por mis vecinos, por mis amigos. Solo eso. No pido que se entreguen, como he hecho, al provecho de la lectura que Miguel Casado hace de Caeiro. Bueno, sí; porque el crítico y poeta nos ofrece con lúcida penetración una interesante reflexión sobre cómo se recorre en la lectura de Caeiro el camino que va de la cosa a la palabra, de lo visto a lo dicho. Me parece particularmente destacable esa búsqueda de Pessoa de un lenguaje-superficie, como indica Casado, que retoma lo escrito por Roland Barthes sobre el empeño de quedarse en la  superficie, de una cierta negación del sentido de las cosas. Escribe Miguel Casado que “Caeiro representa en Pessoa el punto de mayor acercamiento a la realidad”. De una manera tan intensa que justifica su temprana muerte a los veintiséis años.

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