martes, junio 07, 2011

Palabras e ideas

No me ha parecido acomodable un título tan exacto como Un exordio cercano, un elogio justo y un discurso ameno y sabio para una nota como esta en un cuaderno como este. Palabras e ideas lo considero muy representativo; también, por evocar un libro monumental del infradicho. Tanto como La obra bien hecha. Y todo para intentar exponer una experiencia a lo vivo repetida en la lectura ahora de su testimonio en papel, la pieza En doscientas sesenta y tres ocasiones como esta. Discurso leído el día 5 de junio de 2011 en su recepción pública por el Excmo. Sr. D. Pedro Álvarez de Miranda de la Gándara y contestación del Excmo. Sr. D. Manuel Seco Reymundo (Madrid, Real Academia Española, 2011, 128 págs.). La sapiencia y el rigor se suponían en Pedro Álvarez de Miranda antes de que leyese su discurso, y no defraudó, claro; pero la amenidad, las gotas de humor, el sentido institucional, la firme justicia en el elogio de su predecesor y un uso pudoroso de la memoria personal hicieron que el auditorio se entregase a una lección tan grande. Como no podía haber sido de otro modo, el nuevo académico ofreció unas palabras bien dichas sobre una base rigurosa con el texto. Me permite ahora repetir la experiencia y atesorar el material ofrecido en el opúsculo impreso: texto, notas —numerosas, nutridas, luminosas—, facsímiles de portadas, de algunas invitaciones notables, apéndices con el catálogo de los discursos de ingreso en la RAE desde 1848 a 2011 con su índice alfabético de autores, el de los volúmenes recopilatorios de otras alocuciones y el de los discursos incluidos en las Memorias de la RAE entre 1870 y 1889; a los que se suma la contestación de Manuel Seco. Una información impagable ofrecida a quienes fuimos regalados ya con la palabra del nuevo académico. En fin, el modo de Pedro Álvarez de Miranda, que fue más genial aún en el cierre de su discurso, con la letra Q como protagonista y el Quijote. Y Castilla del Pino. En diecisiete líneas está mucho: el discurso, el agradecimiento, el elogio del predecesor; todo..., hasta la anécdota de la variante textual por presidir el acto un ministro, el de Educación, el que fuera rector de la universidad en la que da clases Pedro. Un detalle. Un placer. En mi memoria quedan grabadas, sin pretensión de rigor; pero con cordura, comentarios como —Espléndido. —Es lo mejor que he escuchado en los años que llevo de académico. —Han faltado muchos académicos. Lástima —Ameno e institucional. —¿Pero no va a hablar del siglo XVIII? —Ha estado estupendo. —Está diluviando afuera.

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