viernes, agosto 20, 2010

A Russell P. Sebold

Casi voy a repetir mi entrada aquí de hace cinco años. La actualizo, le pongo una foto que sé que a él le gusta, y la rescato de ese limbo de la blogosfera en este cuaderno. Ando ahora escribiendo más por extenso sobre uno de sus últimos libros y hoy es un día especial leyéndole. Dije en su día que el interés por España de los que no son de aquí siempre ha propiciado mi admiración. Más que por el objeto, por la actitud interesada y generosa de afanarse en el aprendizaje de la lengua, de las costumbres, y en el conocimiento de las gentes de un país distinto. Fundamentalmente, conozco esto por filólogos hispanistas. Y suele ocurrir que su interés y amor por España nos enseña más que nuestro conocimiento directo o nuestra acomplejada autoctonía. Así he conocido mucho de mi propio entorno, desde una excelente y mítica casa de comidas de Madrid, pasando por algunas buenas librerías de viejo, hasta, sobre todo, la necesidad de mirar lo propio sin complejos.
 A Russell P. Sebold, catedrático jubilado y emérito de literatura española en la Universidad de Pennsylvania, que nació un 20 de agosto de 1928, buen amigo, buen maestro, le debo la intención —al menos— de tener esa mirada distinta. Él es el autor de libros fundamentales para conocer la literatura española del siglo XVIII. El primer trabajo que yo leí de él me lo recomendó —me ‘obligó’ a leerlo en su asignatura— Jesús Cañas, y fue un artículo publicado en Papeles de Son Armadans, “Contra los mitos antineoclásicos españoles” (1964). Yo tenía dos años; cuando se publicó, claro. Es Académico Correspondiente de la Real Academia Española y de la de Buenas Letras de Barcelona. Es Doctor Honoris Causa por la Universidad de Alicante. En 2000, la Universidad de Salamanca le concedió el premio “Elio Antonio de Nebrija” a la mejor trayectoria del hispanismo. Es el padre de la novelista Alice Sebold y es un buen amigo de Santiago Castelo. Fue el director durante casi treinta años de la prestigiosa revista Hispanic Review. “Hondo lector y crítico maduro” y “castizo en español” le llamó Francisco Rico en un soneto. Sebold es alguien que es capaz de sacar poesía y utilidad trascendente, además de Rafael Morales, más o menos, al hecho de sacar la basura todos los días. Alguien que dice que nació a los quince años, que es a la edad que emprendió el estudio del español, una “aventura cultural”, como él la llama. Un tipo curioso y un sabio cordial. Qué alegría poder felicitarle por escrito —por segunda vez en este día— ahora en esta página en su cumpleaños. Son ya 82 añazos.

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