domingo, enero 24, 2010

El 'Urtain' de Animalario


Anoche vimos en el Gran Teatro Urtain, la obra de Animalario, interpretada por un inmenso primer actor que es Roberto Álamo, y al que me gustaría ver en papeles diferentes. La compañía siempre ha apostado por propuestas escénicas rompedoras. Esta vez era más previsible: el cuadrilátero de boxeo, con sus cuerdas y sus focos. Aun así, la propuesta es efectiva desde todos los puntos de vista, desde el estético y desde el funcional; desde los dos lados, y desde el patio de butacas.
Un espectáculo. Uno de los que mejor pueden ayudar a confirmar la oportunidad de la campaña del Gran Teatro de regalar una butaca a todos aquellos que no hayan ido nunca a ver una obra teatral. Con toda seguridad, si fue ayer el caso, se han ganado espectadores, nuevos aficionados al teatro. Tres, dos, o uno.
Doce asaltos construyen la obra; doce fases de una cuenta atrás que parte del definitivo golpe en la lona, en el asfalto de la calle Fernán Caballero de Madrid, al lado del Parque de Comillas, un día de julio de 1992, justo antes de la inauguración de la Olimpiada de Barcelona. Se tiró por el balcón y cayó en la lona. Un golpe seco. Como en los que insiste el montaje de Andrés Lima sobre el texto de Juan Cavestany. Hasta llegar a los dieciséis golpes sobre el pecho del padre de Urtain, que dicen que murió de eso, por una apuesta. ¿He dicho el texto de Juan Cavestany? No, obra. Y punto. Es poco el texto, y, por eso, más difícil, mucho más difícil levantar un montaje así sobre un texto. No conozco el original, pero me lo imagino lleno de marcas, de didascalias, casi como si el texto secundario fuese el principal. Quizá debía decir guión, pues parece que la obra nació para ser realizada en cine. Qué más da. Muerde. Llega. Funciona.
La sala se llena de teatro, de sonido, de fuerza dramática. Es una espectacularidad autónoma, no mimética. Aunque algunos efectos obedezcan a la recreación de la atmósfera de los combates de boxeo, lo de ayer tenía otra función, y no he visto ningún combate en mi vida. Lo de ayer fue una lección de teatro, desde el que movía un foco prendido del peine, hasta el que imitaba a Raphael en un momento hilarante de esta tragedia de nuestra madre España, este país de todos los demonios..., como escribió Gil de Biedma, que no se me quita de la cabeza desde que el viernes vimos la película.

4 comentarios:

Enrius dijo...

Estoy de acuerdo en tu comentario acerca de URTAIN pero yo sí conozco el original y puedo contestar a tu pregunta: ¿He dicho el texto de Juan Cavestany? No, obra. Yo digo que en este caso como en todos los demás, no hay obra, incluída la peculiaridad de los que sostienen las actuaciones de mímica, sin texto. El de Juan Cavestany(de Animalario) se origina en un guión cinematográfico que se transformó por diversos azares,en uno de teatro para cuya creación el autor se documentó exhaustivamente acerca del la época, el personaje, el ambiente familiar y las entrevistas en Cestona con la hermana de Jose Miguel Ibar , Urtain. En fin , el soporte y base imprescindible sin cuya existencia no es posible ni el cine ni el teatro, lo cual es de una obviedad que no precisa de mayor énfasis. Confirmo tu aserto, no conoces el texto y puedes estar seguro de que si hay algo que no está presente en él es la didascalia o didáctica a la que aludes, lo que hay es emoción, talento escénico, y , como digo, exhaustiva documentación.
Las lecciones de teatro las dan los actores, los directores y los autores y no siempre por este orden.
Como casi seguro que lo eres te recuerdo el famoso poema de Gil de Biedma, No volver a ser joven.

Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más
tarde.
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.
Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer,morir eran tan sólo
las dimensiones del teatro.
Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma
envejecer, morir
es el único argumento de la obra.

Miguel A. Lama dijo...

Muchas gracias, Enrius, por tu jugosísimo comentario. En relación con la juventud, mis cuarenta y siete añazos no me los quita nadie. Soy amigo y compañero de Marisa Montero Curiel, que ya veo con gusto que aparece en tu blog.
Un saludo.

Los viajes que no hice dijo...

Qué envidia que hayas podido ver Urtain. Quiero mejores comunicaciones y autobuses a las dos de la mañana para Mérida. ¿Qué pasa con los que no tenemos coche? Grrr.

Pero leyéndote, es casi casi como si la hubiera visto.

Ah, y acabas de hacerme aprender una nueva palabra. Eso me gusta mucho más.

Enrius dijo...

Espero, Miguel A., que sigamos intercambiando comentarios en nuestros respectivos blogs. Soy muy compinche de Marisa desde hace muchos años y un sincero entusiasta del "País de los extremeños" en cuyas dehesas pasé algunos años de mi lejanísima infancia. Como muchos artistas plásticos lo soy también de las palabras cuya precisión y riqueza vale, a veces, mil imagenes.Intento en La habitación del Hipnal un adecuado equilibrio entre ambas expresiones.
Un cordial saludo.