miércoles, agosto 06, 2008

Primera nota sobre una lectura

Hay blogs o cuadernos electrónicos hechos a base de breves textos —es uno de los rasgos recomendables del ‘género’, la visualización a un golpe de pantalla, más o menos—, a manera de aforismos, de teselas en las que el escritor vierte un pensamiento. Su condición de diario a veces se cumple a entrada, texto o item por día; pero no se pierde por que se escriba dos veces, por ejemplo, por semana.
Tengo entendido que algunos escritores de estos diarios electrónicos ya los han convertido en libros convencionales. Incluso Alfaguara tiene una colección que se llama “Libros del Blog” (El Boomerang), en donde apareció Abierto a todas horas (2007), de Félix de Azúa, que tiene su blog, aunque, claro, la mayor parte de sus entradas, últimamente, es reproducción de sus artículos remunerados en prensa (El Periódico de Catalunya, El País).
Como Razón de mudo (Mérida, Editora Regional de Extremadura, 2008), de Agustín Villar, comparte muchos rasgos con ese tipo de escritura de cuaderno de bitácora electrónico —con los más auténticos y literarios—, se me ha ocurrido hacer la conversión de las 437 páginas de este libro, y sus 1.029 textos (880 + 149) en lo que podría ser un blog. Y me da uno con una edad de tres años, a veinticinco entradas por mes, que es una media muy alta, incluyendo el pico de los siete meses de este año, más o menos.
Imaginemos, entre las más de mil entradas de ese blog, ésta:
“Lo puro, si es puro, no quiere reverencias ni discípulos. Mantiene un desdén decidido sobre los agobiantes hábitos de la tribu. Asilado en las palabras, nada pretende del resto. Seducido, o incrédulo o aturdido o exaltado, el lenguaje le da cuanto desea.” [583]
Serían necesarias ciertas nociones de contexto. A saber, la primera: que el sujeto del texto, la tercera persona, es el personaje inventado por el ‘yo’ que escribe y que tiene los mismos rasgos que el personaje inventado. Cosas del género. Y el punto de impostura que lleva a decir que “el lenguaje le da cuanto desea”. Porque cuando uno conoce el medio y los seres que lo habitan, sabe que el lenguaje no sacia la sed del creador. Ojalá. Sobraría el eco de la crítica. […]

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