miércoles, mayo 28, 2008

Un pensamiento


La verdad es una necesidad del hombre; y sobre todo una necesidad de los Estados. Todo abuso nace de un error: todo delito, ya particular, ya público no es más que un cálculo falso del entendimiento. Hay un grado de conocimiento, a que seguiría el bien inevitablemente; para acelerar este feliz momento, es preciso acelerar las luces. Los que gobiernan a los hombres, no pueden al mismo tiempo ilustrarlos. Ocupados en obrar son arrastrados de un gran movimiento, y su alma no tiene tiempo de detenerse sobre sí misma. Así que, se ha establecido, se ha protegido en todas partes a una clase de hombres, cuyo estado es gozar pacíficamente de su pensamiento, y cuya obligación es activarle para el público; unos hombres, que separados de la muchedumbre, recogen las luces de los países y de los siglos, y cuyas ideas deben a cerca de todos los grandes objetos representar, por decirlo así, a la patria las ideas de toda la especie humana. Éstas son las funciones del Publicista patriótico. La utilidad constituye su grandeza. Ésta exige un genio profundo, una alma elevada, un valor intrépido: supone el mas tierno sentimiento y la virtud mas que digna del hombre, a saber el ardiente deseo de la felicidad pública. Me gozo en la pintura de este ciudadano generoso meditando dentro de su gabinete solitario […]

La corrección de las pruebas de un trabajo que aparecerá en breve me devuelve a este fragmento sacado de una carta que escribe un seudónimo dirigido al director del Diario de Badajoz y que se publicó en el número IV del Almacén Patriótico de Badajoz en 1808, pp. 123-125. Se lo dedico a Juan Domingo, por su sensibilidad, su cultura, su papel como periodista, y porque estas líneas aparecieron en un periódico.

sábado, mayo 24, 2008

A volar

Me envía José Manuel Díez, de los 'rumbeños' de El desván del duende, este video que difundo en la medida de mis posibilidades. Sigo sus pasos desde el principio, y me alegro de sus éxitos. Gente honesta y con sensibilidad. Su música llega, y lo que hacen con ella dice mucho de cómo se puede vivir una vocación —también literaria— y trasmitirla. Me toca de cerca porque está grabado en Zafra, en espacios tan reconocibles como las plazas 'Grande' y 'Chica', o la Calle Jerez; y porque han tenido la gentileza de conservar los créditos —jugosos y agradecidos— al final, algo que ya casi ha desaparecido casi en cualquier medio. Enhorabuena.


jueves, mayo 22, 2008

Laurel

Pido perdón a Russell P. Sebold, Guillermo Carnero, Pedro Álvarez de Miranda, Monroe Z. Hafter, Jesús Ureña Bracero, F. Javier Grande Quejigo, Javier Guijarro Ceballos, Jesús Pérez Magallón, Jesús Cañas Murillo, José Roso Díaz, Juan Luis Suárez, Miguel Casado, María José Vega, Pilar Montero Curiel, Antonio Sáez Delgado, Rosa Navarro Durán, José Antonio Llera, Enrique Santos Unamuno, José Luis Rozas Bravo, Juan Antonio Garrido Ardila, Ángel L. Prieto de Paula, Julio Neira, Javier Pérez Bazo, José Luis Bernal Salgado, Pedro Ruiz Pérez, José Cenizo Jiménez, Mª Isabel Cintas Guillén, Rosa E. Montes Doncel, César Chaparro Gómez y a Javier Biurrun Lizarazu. A todos ellos, colaboradores en los ocho números publicados de esta revista semestral desde 2000 a 2003, pido perdón. A todos pido disculpas por haber propiciado la publicación de unos trabajos —artículos, nótulas, reseñas— que hoy no pueden rentabilizar en sus respectivos currículos ya que Laurel no cumplió nunca con los criterios de calidad aplicados hoy para la valoración de las publicaciones científicas, y ya que no figura —no está referenciada— en el JCR (Journal Citation Reports) y que nunca contó con un comité de evaluación de los trabajos recibidos. Mea culpa. Perdón, pues, y gracias a todos. Para mí siempre será un mérito (0,50), añadido a la calidad de sus colaboraciones, el gesto de sus autores de arrimarse al toro en una plaza de tercera.

Laurel. Revista de Filología (ISSN 1576-5504) fue fundada en la primavera de 2000 y sustentada hasta el otoño de 2004 —cuando apareció el número doble 7-8, correspondiente al año anterior—, por Honorio Blasco Puerto, Miguel Ángel Lama y Miguel Salazar Vacas. Los tres van a volver a hablar un día de éstos. No se sabe si en Sevilla, Barcelona, Zafra, Cáceres o Tamurejo.

martes, mayo 20, 2008

Sáenz de Miera

Mis almuerzos con gente importante se tituló un libro de José María Pemán que yo tengo procesado en mi memoria sentimental porque quizá —no lo he podido confirmar ahora— era uno de los libros vistos y revistos en la biblioteca de mi hermano el mayor, de mi hermano Luis. Con Mis almuerzos con gente inquietante lo remedó la chispa genial de Manuel Vázquez Montalbán algunos años después. Hoy, sin que sirva de precedente, me vale más Pemán que Montalbán, y me he acordado de aquel título porque he comido con alguien importante: Antonio Sáenz de Miera. Algún soberbio me dirá que no debe de serlo tanto cuando ayer en el Aula de Cultura de Caja de Extremadura en Cáceres había tan poca gente para escucharle hablar sobre Aquel Mayo del 68. Da igual, el otro día estuvimos aquí mismo, en Cáceres, con una escritora brasileña que es Premio Príncipe de Asturias, y como si nada.
Aquel Mayo del 68 se titula el libro que acaba de publicar el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Extremadura sobre la edición de 1988 que apareció con el sello de Tecnos. Sáenz de Miera le ha puesto un prólogo redactado ahora, en abril, desde Cercedilla, con mucho interés para el momento (también, “¿Qué fue Mayo del 68?: del general De Gaulle a Sarkozy”, en Política exterior, núm. 123, 2008, págs. 47-52). El libro, aun con sus años, es de lo mejor que uno puede encontrarse en este bullir meditático de la efeméride.
Conozco a este hombre gracias a Pilar Mogollón, la Vicerrectora de Extensión Universitaria de la UEX. Es un gran conversador y, además, algo infrecuente en los de su ámbito —¿valdría decir ‘nivel’?—, alguien que escucha a quien tiene poco que contarle. Se lleva bien con mi Rector, me ha dicho, porque también le gusta la conversación. Se lo he dicho esta tarde, a mi Rector, con el que he hablado largo. Sáenz de Miera, un hombre importante, inquieto e inteligente, llegó hace pocas horas de Brasil. Dentro de unos minutos imparte la conferencia de ayer —otra, seguro— en el Aula HOY en Badajoz. Mañana volverá a Madrid. Hemos hablado de Andrés Trapiello y de Esperanza Aguirre, de Cáceres y del Guadarrama. Ha sido profesor de Política Social en la Universidad Complutense y en la Universidad Antonio de Nebrija. Es Doctor en Derecho y autor de libros como La sociedad necesaria (1992) y de artículos publicados en revistas como Cuenta y razón del pensamiento actual o Revista de Occidente, o en periódicos como ABC. Es director de la Fundación San Benito de Alcántara, patrono de la Fundación Iberdrola, de la Red de Fundaciones Universidad-Empresa, de la Fundación COTEC... Y un apunte que habla de su carácter y condición: me pidió una recomendación literaria como recuerdo de nuestro encuentro. Los lectores asiduos de mi blog la han adivinado:
Paradoja del interventor, de Gonzalo Hidalgo Bayal.

domingo, mayo 18, 2008

Siluetas

Algunos domingos como solo. Sin renunciar a darme gusto con un buen plato y con la lectura sosegada del periódico, disfruto, sobre todo, escuchando un programa de radio titulado Siluetas que se emite en la radio pública, en Radio Nacional de España, Radio 1, de tres a cuatro de la tarde. Lo dirige Manuel Ventero y consiste en una conversación con un personaje escritor, actor, político, científico, alguien notable. Da igual la altura del invitado, su excelencia, que siempre, al final del programa, resulta acrecentada su estatura, y siempre, siempre, la hora resulta escasa. Hoy ha sido Imanol Arias.
La conversación cálida, el decir con tranquilidad y con sentido; la formidable capacidad que la radio tiene para cautivarte sólo con la voz. La voz y la vida. Y la vida es lo que tiene, y es que a uno de los programas más apacibles de la radio sucede la estridencia de un grito que no parece humano; la violenta confirmación de que lo culto es corto, efímero y anecdótico, una de esas limosnas que acalla a las conciencias: Tablero Deportivo, los domingos, de cuatro de la tarde a diez de la noche.

viernes, mayo 16, 2008

Poesía y tebeos




A Fernando Valls debemos la difusión de esta experiencia.
Pongo el enlace.

jueves, mayo 15, 2008

Antonio Sáez, Premio de Traducción "Giovanni Pontiero"

Hace dos años exactamente anotaba aquí la buena noticia de la concesión del Premio de Traducción “Giovanni Pontiero” a Ángel Campos Pámpano por Nocturno mediodía, la antología poética de Sophia de Mello Breyner Andresen, de 2004. Hoy tengo la satisfacción grande de volver a hablar de este premio que en su octava edición ha reconocido el excelente trabajo de un amigo como Antonio Sáez Delgado (Cáceres, 1970), por su traducción de la novela de Fialho de Almeida La pelirroja (1878), publicada por la cacereña Editorial Periférica en su colección “Biblioteca Portátil” en abril de 2006.
Es justo reconocimiento a la labor de un lusista, profesor en la Universidad de Évora, que ha traducido a autores como Teixeira de Pascoaes, Pablo José Miranda, José Luís Peixoto, M. António Pina..., con excelencia, y también un reconocimiento a la editorial Periférica, que, desde 2006, viene ofreciéndonos textos realmente singulares y de calidad, rescatados del nutrido catálogo de la historia literaria de hace dos siglos, por ejemplo, o propuestas literarias más cercanas y modernas que están teniendo entre el público lector una merecida acogida.
Enhorabuena, António.

miércoles, mayo 14, 2008

La 'Lingua' de Erasmo

Y van siete. Siete son ya las ediciones facsimilares que se han publicado de la llamada Biblioteca de Barcarrota, emparedada en una vivienda de esa población pacense y descubierta en 1992, si bien su hallazgo no se hizo público de manera notoria hasta diciembre de 1995.
Conviví con la sensibilidad y el mimo aplicados al proyecto por su impulsor, Fernando T. Pérez González, en aquel momento director de la Editora Regional de Extremadura. Y los revivo ahora en cómo sostiene su memoria a través de esta tarea editorial su actual responsable, Álvaro Valverde. El proyecto es encomiable, y en algo menos de doce años —en julio de 1996 apareció el primer facsímil, el del Lazarillo— se ha publicado más de la mitad de la Biblioteca. Sólo quedan el otro tratado de quiromancia (1543), el librito de exorcismos (1540), las Precationes (1538) y una interesante antología y crónica de la polémica literaria entre los poetas franceses Marot, Sagon y La Hueterie (1539). Se hace claro ya lo que Francisco Rico calificó como “un designio básicamente documental”, por el que se difundían no tanto los textos sino los testimonios, es decir los ejemplares que conformaron ese singular tesoro de Barcarrota.
Esta edición de la Lingua de Erasmo lo prueba. No se trata de una edición más de la obra del de Rotterdam, sino del ejemplar que emparejó este tratado sobre el uso —el no uso y el mal uso— de la lengua —no es una gramática ni un ensayo lingüístico— publicado por primera vez en 1525, con un breve texto de los Moralia de Plutarco que Erasmo tradujo con el título de De vitiosa verecundia, es decir, Sobre la mala vergüenza, de 1526. El ejemplar de Barcarrota hermana dos impresos vinculados por el ‘autor’ —Erasmo—, el impresor —Sebastián Grifio— y el año —1538—.
Los profesores de Filología Latina de la Universidad de Extremadura César Chaparro Gómez, Luis Merino Jerez y Manuel Mañas Núñez se han encargado de la introducción, de la traducción y de la redacción de las notas de esta brillante edición. César Chaparro ha escrito la introducción general y ha traducido y anotado Sobre la mala vergüenza. Manuel Mañas y Luis Merino se han encargado de la traducción y de las notas de La Lengua de Erasmo.

“Y es que no sólo mienten de palabra, teniendo siempre en la boca términos como religión, Iglesia y Cristo, fe y evangelio, sino que también mienten al mundo con las fingidas caras que ponen, con sus prodigiosos vestidos, con los alimentos que toman, con los títulos que ostentan y con las ceremonias que celebran, no sin grave ruina para la religión que hipócritamente profesan”. [La Lengua, ed. cit., p. 222]

viernes, mayo 09, 2008

José Vicente Moirón

Estábamos esta mañana en una de las habitaciones del Hotel Izán —cuesta no llamarlo Meliá— de Cáceres cuando me alegré al escuchar por boca de Álvaro Valverde el nombre de José Vicente Moirón como el premiado en la modalidad de Premio Extremadura a la Creación Artística para una obra no literaria de autor extremeño en 2007. Una alegría —otra, además de los premios a Helena Almeida, a Ana María Matute y al Diario de José Antonio Gabriel y Galán, Gayga— ver reconocido así a un actor admirado y admirable.
He tenido la suerte de verle en varias ocasiones, en Madrid, cuando la lectura dramatizada de Mundos de Isidro Timón en la sede de la SGAE y también en la terraza del 'López' en Badajoz, por citar las dos veces que he estado más cerca de José Vicente. También le he visto en sus papeles, en obras tan sólidas como El búfalo americano o El hombre almohada, trabajo por el que ha sido reconocido esta mañana por un jurado presidido por el director teatral Jaume Villanueva, a quien he tenido el placer de conocer ayer por la noche.
José Vicente Moirón es uno de los actores más sobresalientes de nuestra escena y esa vinculación con Extremadura le hace cercano para los vecinos que, como yo, vamos con cierta frecuencia al teatro. Creo que debe de ser un buen tipo teatral para los directores —lo intuyo—, y que debe ser una joya para trabajar con él si uno es también actor —me parece—; y que es un actor que puede sostener una obra él solo —lo sé— y elevar la calidad de cualquier texto e interpretación coral. También lo sé. Felicidades.

© Fotografía de la revista Grada, núm. 7 (noviembre 2007)

martes, mayo 06, 2008

Una sociedad enferma

Estoy escribiendo un artículo que me gustaría enviar a diferentes medios. Lleva ese título de arriba, y alude al creciente y prepotente desapego hacia los valores culturales y humanísticos que no estén relacionados con un rendimiento económico casi inmediato. Es una de las más recientes afecciones de esta sociedad aquejada de otras muchas, como el ansia de poder, la corrupción, la violencia, la sed de fama o el desprecio por la educación. En cierto modo, me va a salir una especie de autobiografía clínica que dé cuenta de los síntomas de mi contagio: desaliento, pesadumbre, asco.., agravados por la localización de sus causas aquí mismo, muy cerca. En mi Universidad y en mi Comunidad Autónoma.
Sus gestores no consideran necesario que existan titulaciones como Filología Hispánica o Filología Clásica, ni siquiera capitidisminuidas por su reestructuración en su adaptación al espacio europeo, ese agujero negro.
Mañana será la Filología Portuguesa o las Matemáticas —éstas quizá no—; otro día tocará a la Historia... Y luego hay que aguantarles cuando dicen que creen en los valores culturales. Fariseos.
Han empezado por la Universidad pública, luego irán a por los colegios y a por los teatros públicos. ¡Ay!

Foto: Quema de libros. Berlín, 1933

viernes, mayo 02, 2008

Aníbal Núñez

Según cuentan los editores de estos Cartapacios (1961-1973), Fernando R. de la Flor y Germán Labrador, el poeta Aníbal Núñez (1944-1987) ejerció de profesor de Bachillerato en un instituto de Cáceres “aproximadamente 20 días, al cabo de los cuales fue rescindido su contrato de eventual por motivos políticos. El poeta se alojó por aquel entonces en una vivienda de la calle Parras de aquella misma ciudad, y lo hizo junto a Jesús Alonso, a la sazón también profesor de Instituto.”
El poema cierra el “Cartapacio C” y se titula “Tercer lunes de clase”. Puede leerse en esta sugerente edición, con introducción y comentarios, de Fernando R. de la Flor y Germán Labrador Méndez, con un prólogo de Luis Felipe Comendador, y coeditada oportunamente por If ediciones (de Béjar) y por De la Luna Libros (de Mérida).
Un libro, que tras la edición ‘canónica’ de su Obra poética (Madrid, Hiperión, 1995), hay que entender en su autonomía textual, como la prehistoria del poeta, que se publica ahora para que el lector saque sus conclusiones de contexto, sin ninguna pretensión, como señalan sus exhumadores, de perdonar sus asperezas ni de “mitificarlos como la infancia deslumbrante del inevitable bardo.”
Mañana sábado se presenta en la Feria del Libro de Cáceres, a las ocho de la tarde.